Sabemos que tarde o temprano llega como final e inicio del ciclo de la vida. Somos conscientes que no hay vida sin muerte como noche sin día. A pesar de todo, cuando alguien se va lloramos su partida, sentimos algo en el estomago que nos angustia y el corazón se nos encoje. Sea a cuál sea nuestro convencimiento religioso o ética personal, nuestro primer sentimiento ante la muerte es de tristeza, lamento vestido de tragedia cuando la vida se parte de golpe como la de Antonio y no hace mucho la de Rafael.
Para sus familias mi más sincero abrazo, como un consuelo más de los muchos que os acompañaron o que lo hacen en estos momentos. Para Rafael mi recuerdo, los ratos de charla en la puerta sobre el aceite, el pueblo o la huerta. Para Antonio la memoria, la de la reforma de la casa o el proyecto de pesca, en el parque o en el embalse.
Ninguno de vosotros, como ninguna de las personas que nos dejaron en estos últimos años, quedareis en el olvido. Quede mi homenaje colectivo a través de la imagen gráfica de Antonio entre aguas y olivos de Vadomojón, cerrando el video que con Virgilio preparamos sobre el embalse y Albendín. Igual que su lance quedó reflejado en imágenes, su vida quedará grabada para siempre en nuestro corazón.
Un fuerte abrazo.
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