jueves, 3 de junio de 2010

Albendín, 1950-2000

El paisaje del entorno de Albendín. Evolución y síntesis. Población, campo, infraestructuras y río. Volvemos a mirar atrás para comprender lo que fuimos y lo que hoy somos con la idea de decir lo que seremos en el futuro. Albendín en los años 50 del pasado siglo era una pequeña población entre la campiña y la subbética cordobesa. Sin embargo, es el río Guadajoz el elemento fundamental del territorio. Sobre el río se asientan los primeros pobladores, se crean las primeras huertas, y poco a poco se consolida el espacio habitado.
Hoy ilustramos una parte de la historia de Albendín mediante la revisión, contraste e interpretación de dos imágenes aéreas de su entorno. Se trata de las ortofotos de 1956 y las de 1996. Con ellas hablaremos de paisajes pero sobre todo de cambios que interaccionan para configurar una realidad actual fruto de la evolución de la población, el campo y las infraestructuras que de forma directa modelan la imagen actual del río.
La población
En 1950, la población de Albendín se reparte entre el núcleo principal de población, los cortijos y las huertas. Estos tres elementos conforman un hábitat rural disperso característico de la época y de otras poblaciones cercanas que desaparece con el desarrollo tecnológico, la mejora de la capacidad de transporte y movilidad y la existencia de nuevas actividades. Los cortijos asociados al cultivo del cereal, la vid o el olivar, pierden su capacidad de residencia, explotación y producción, se abandonan y se convierten ahora en ruinas, almacenes o naves agrícolas.

Las huertas, pierden también su capacidad de residencia estacional, contenidos y sobre toda una alta diversidad de cultivos y especies de fauna asociada, y quedan relegadas al autoabastecimiento con un envejecimiento general de sus propietarios.
Esta población que abandona huertas, cortijos y haciendas se concentra en el núcleo rural mediante un proceso de urbanización explosiva y poco organizada, que ocupa la parte elevada del pueblo y se expande hacia la zona inundable del río. La vivienda queda así desconectada de puesto de trabajo agrícola.
Los Cultivos
Respecto a los usos del suelo, la aparición de un nuevo marco europeo promueve cambios de cultivos bajo la dependencia de las subvenciones y primas de la PAC. Los sistemas de secano tradicionales (cereal, girasol) pierden espacio a favor del olivar que se extiende a zonas más bajas, llegando incluso a sustituir huertas ya vacías de todo contenido social y ambiental.
Infraestructuras
En estos cincuenta años se mejoran las infraestructuras. La red viaria compuesta de caminos, veredas y vías pecuarias se endurece, se construyen puentes y nuevas carreteras que rompen la organización natural de la red de drenaje, favorecen la escorrentía, provocan erosión y en muchas ocasiones, inundaciones. Las infraestructuras tradicionales de captación, las norias, aceñas y azuas, desaparecen perdiendo un rico patrimonio histórico, social, ambiental, y, posiblemente, económico. También el sistema tradicional de reparto o distribución, la red de acequias desaparece, así como lo hacen también los árboles frutales que mantenían su estructura de tierra y que cobijaban una rica fauna. Sin duda ahora el uso del agua en estas zonas es más eficiente, pero el precio que hemos pagado es irrecuperable, la pérdida de la biodiversidad.

El río vivo
Otra de las infraestructuras más impactantes es el embalse de Vadomojón. La regulación del régimen natural genera cambios importantes en la morfología fluvial, y la laminación de avenidas genera una sensación de seguridad que propicia la ocupación del espacio fluvial. El río se convierte ahora en una gran acequia de tierra, desprovista de vegetación, o cubierta en muchos tramos de hormigón. El régimen actual altera la relación anchura/profundidad, excavando el lecho y estrechando el cauce, aislando riberas y vegas, y eliminando especies con mayor necesidad de agua con el descenso de los niveles del freático aluvial. La regulación quita también grados de libertad y espacio al río, aislando antiguos meandros y lagunas aluviales que ofrecían una mayor heterogeneidad estructural, fuente e biodiversidad. En ausencia de crecidas ordinarias, y con esta sensación de seguridad, se pierde el miedo al río y se ocupa la zona inundable.

Los sotos
La disponibilidad de agua, y sobre todo los patrones de inundación organizaban la estructura de la vegetación de ribera. En su ausencia, la presión selectiva sobre especies con aprovechamiento maderero, o ganadero, y la disminución del nivel freático, se pierden especies como los fresnos y álamos, y la mayoría de especies arbustivas, el taraje se expande siendo favorecido por la salinidad natural de estos ríos, generando un soto monoespecífico de escasa diversidad de flora y fauna.


Durante estos 50 años hemos ganado en calidad de vida, tenemos más y mejores viviendas y servicios, tierras, carreteras y puentes. Sacamos más partido al suelo, controlamos el agua, erradicamos plagas y alimañas. Sin embargo, hemos perdido tradiciones y lugares en torno al río, cucañas, baños y peces; álamos, fresnos y mimbres; y así el propio río, parte importante de la historia, sentido y futuro de Albendín.

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